En la jerga masónica, así es como se llama a los pedidos que deben llevarse a cabo de inmediato. Las órdenes emitidas por los superiores jerárquicos no pueden ser cuestionadas, ya que se supone que son correctas y necesarias; obedecer es una disciplina saludable. Las flechas también simbolizan los ataques que recibe el masón, pero que deben aceptarse con resignación y tolerancia; con la convicción de que no alcanzan una parte vital y que se desvían porque hay una resistencia espiritual. El filósofo Huberto Rohden solía decir: “El mal que me haces no me hace daño; lo bueno que dejas de hacerme, te duele”. El masón debe estar alerta a la recepción de agresiones y ofensas; aunque no hay necesidad evangélica de ofrecer la otra mejilla, el hecho de ejercer tolerancia es equivalente a esa máxima que la mente ordena y el espíritu acepta. La joyería femenina ofrece flechas aisladas como adorno, que simbolizan la tolerancia. En los escudos de la ciudad de Río de Janeiro siempre...