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M:. José María Hernández
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HH:. Todos
El mandil masónico
Desde
el principio de las civilizaciones, muchos pueblos usaron el mandil como
símbolo místico. En Persia, los Mithas investían al candidato a ser iniciado
con un mandil en blanco. Entre los israelitas, por ejemplo, se encuentra el
cíngulo o ceñidor formando parte de la vestidura del sacerdocio. La secta judía
de los Esenios vestía a sus novicios con un manto blanco. Esta costumbre
proviene de la creencia antigua multi-religiosa y extendida, de que el asiento
de los instintos animales es la región hipogástrica y por lo tanto, debe
cubrirse y protegerse en pos del pulimiento espiritual.
La
palabra mandil viene de la voz latina mantile y también se traduce como
sinónimo de mandil, los caldeos, los asirios, los druitas, etc., le atribuyen
cualidades como la de perseverancia, constancia y firmeza en las acciones
humanas.
Es
el primer decorado que el V.: M.: pone al nuevo aprendiz, gesto de transmisión
por el cual se le da esta insignia distintiva del masón, blanco, limpio
inmaculado y alto con sus ideales, distintivo de quienes deseosos del
conocimiento, sanos y virtuosos, pretenden alcanzar la mayor de las riquezas:
la elevación espiritual. Así, tras el primer abrazo fraternal que el aprendiz
recibe inmediatamente después de su recepción como masón, el V.: M.: le ciñe el
mandil diciendo: “recibid este mandil, distintivo del masón, mas honroso que
todas las condecoraciones humanas, porque simboliza el trabajo, primer deber
del hombre y fuente de todos los bienes, que os dará derecho de sentarnos entre
nosotros y sin el cual nunca debéis estar en la Logia”.
El
verdadero mandil del Masón debe ser de piel de cordero, color blanco, de 14” o
16” de ancho, con 12” o 14” de alto, con babeta de 3” o 4” de alto, cuadrado y
sin adornos.
En
cuanto a la manera de llevarlo, los aprendices de Masón lo deben llevar con la
babeta levantada, simbolizando así el anhelo de crecer espiritualmente, con el
alma apuntando a las alturas. Cuando el
mandil se adhiere al cuerpo se sostiene por una cuerda, la cual forma un
circulo con respecto al cuerpo, simbolizando el espíritu de Dios. El triángulo
de la babeta representa el alma masónica, en un triangulo cuyos tres vértices
significan:
Tres
hechos vitales: salud, dinero y amor.
Tres
cosas que defender: honor, hogar y patria.
Tres
cosas que controlar: carácter, lengua y conducta.
Tres
hechos por que luchar: libertad, seguridad social y tranquilidad familiar.
Tres
cualidades que estimar: rectitud, valor y gratitud.
Tres
hechos que meditar: vida, muerte y eternidad.
Tres
hechos que evitar: pereza, barbarie e ignorancia.
Tres
hechos que admirar: voluntad, dignidad y lealtad.
Tres
hechos que adoptar: libertad, igualdad y fraternidad.
El
ignorante grita, el inteligente discute y el sabio calla.
Salud,
fuerza y unión.
El
cuadrado representa a nuestro cuerpo (la tierra, la materia y la esencia).
Uniendo estos tres significados, tenemos presente en el mandil la
representación del hombre, el alma, espíritu y el cuerpo.
Con
este trabajo compruebo que el símbolo es algo vivo. Símbolo y simbolizado
parecen interpenetrarse y se puede establecer una comunicación con él, mediante
la cual se va revelando y se va mostrando, dejándose ver y comprender,
respondiendo preguntas, hasta que su profundidad agota mi capacidad de seguirme
preguntando, sabiendo que tengo ante mí todas las respuestas, inclusive para
preguntas que aún no se formular.
Oscar Leonel Román López Durango, Dgo., a 13 de Marzo de 2009.
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