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V:. M:. Felipe Martínez
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LA PUERTA: LUGAR DE
TRANSITO
Y SEÑAL DE CAMBIO
La Puerta es el primer
elemento simbólico que interviene en todo ritual Masónico, al estar situada en
los límites que determinan el interior y el exterior del Templo y por ser,
además, un lugar de paso para acceder al mismo. Para los Masones éste símbolo
cobra fuerza y presencia con la entrada al Templo, en primer lugar, y luego con
la apertura de los Trabajos mediante el cierre de la puerta para poder trabajar
"a cubierto". Observemos que en la palabra "apertura" va
implícito el término PUERTA en un sentido de OBERTURA y de permitir el paso.
También para los profanos la Puerta es el primer símbolo que actúa en la ceremonia
de Iniciación y aunque no hay consciencia en ese momento de su presencia, si se
puede llegar a percibir un cierto "cambio de ambiente" cuando se
franquea.
La puerta simboliza la comunicación
entre dos estados y, sobre todo, la posibilidad de acceso de uno al otro. Es la
frontera que separa un ámbito interno de Luz, al que se aspira a acceder, de
otro de tinieblas, de donde se viene. La puerta es la delimitación de dos
mundos, el interior o sagrado y el mundo exterior o profano. Debemos recordar que
la palabra profano deriva de la raíz latina fanum que significa templo y
de la cual se deriva la voz pro-fanum cuyo significado es todo aquello
que está situado por fuera de las puertas del Templo. En otro grado de
significación, la Puerta, para el profano que la busca, no tiene un significado
de llegada sino, por el contrario es el punto de partida hacia otra condición
del ser.
El escalón de piedra situado en la
parte inferior de la puerta es un lugar de tránsito a través de la Puerta, es
el instante crucial de cambio, es el momento íntimo en el cual no se está ni en
uno ni en otro estado. En ese lugar no se puede permanecer, es sólo un lugar de
paso, es un punto de no retorno. Atravesarlo es constatar una transformación de
la condición del ser, e implica dejar atrás tanto lo banal y superfluo como lo
recurrente y mundano, para recibir el aire nuevo de una influencia diferente.
La puerta no es un elemento pasivo en
la configuración de un Templo masónico, no es la simple discontinuidad de una
pared para permitir o impedir la entrada. Por el contrario tiene una función
muy activa y la capacidad de transmitir un mensaje, como cualquier otro
elemento simbólico del Templo. La función activa de la puerta como símbolo se
traduce en la capacidad de facilitar el paso o de impedirlo, es decir, el paso
a su través es selectivo y requiere de un reconocimiento previo para entrar. Se
desprende, también, una función de seguridad en el sentido de garantizar que el
recogimiento del interior no será perturbado por ningún elemento ajeno a la
Logia. Finalmente se ha de añadir que si la puerta garantiza la protección de
una eventual acción externa, también protege de la posible pérdida de las
Energías recibidas en el interior del Templo durante la celebración del ritual
masónico.
La situación de la puerta en el Templo
también refleja una significación simbólica. Al estar situada al Occidente,
lugar por donde se pone el sol, denota que más allá de la misma están las
tinieblas, el mundo de la obscuridad y de lo mundano, o, como se ha dicho
antes, el mundo profano. El Occidente es el lugar donde llega la Luz en
sucesivos estados de manifestación procedente del Oriente. La puerta situada al
Occidente denota el punto de partida hacia el Origen de la Luz. La Puerta es,
por lo tanto, el comienzo de un largo camino de retorno.
Si pasamos del símbolo al rito vemos
que la idea de seguridad o protección es representada por la figura del Guarda
Templo. Se contemplan dos Guarda templos, el externo y el interno. El primero
actúa como vigilante externo salvaguardando los Trabajos de cualquier
distorsión originada en el mundo profano. El segundo interviene como guardián o
vigilante de la puerta, siendo su zona de acción aquella que va desde el mismo
marco de la puerta hasta las dos columnas.
Es posible que la figura del Guarda
Templo tenga un origen caballeresco, como reminiscencia de las órdenes de
caballería vigilantes y guardianes de los lugares Sagrados. Estas órdenes
tenían una misión de "defensa exterior" de la "Tradición
Sagrada", ocultándola a los ojos profanos para salvaguardarla. Dicha
Tradición se situaba en el círculo más interno al que los caballeros no tenían
acceso, pero sí consciencia de lo que guardaban.
Desde el punto de vista ritual la
forma de cruzar la Puerta y acceder al Templo tiene un significado que vale la
pena comprender. Si se trata de un profano, la entrada al Templo será la
permitida por la ceremonia de Iniciación, y el acercamiento a la Puerta del
Templo se hará en varias etapas. Pero será a las puertas del Templo donde
empieza para el profano su proceso de Iniciación al situarse delante del primer
símbolo que va a actuar de forma efectiva sobre él: una Puerta abriéndose para
franquearle el acceso.
Para un Masón la forma ritual de
acceder al Templo es dando los tres pasos del Aprendiz, dejando constancia en
cada entrada de la dificultad del cambio. Asimismo cuando se incorpora un
Hermano del propio Taller a unos Trabajos ya iniciados, la entrada simbólica
antes mencionada y el saludo a las Tres Luces de la Logia.
Todo lo expuesto hasta aquí permite
ver que la Puerta lejos de tener una significación de "barrera"
pasiva que se abre y se cierra mecánicamente, tiene una fuerza activa
determinante en el correcto desarrollo de los Trabajos.
Es por eso que en la Apertura de los
Trabajos Masónicos el primer símbolo en cobrar fuerza de presencia es la Puerta
y el primer personaje que realiza una actividad en el ritual, a instancias del
Venerable Maestro, es el Guarda Templo Interior.
Oscar Leonel Román López Or:. de Durango, Dgo., a 07 de Marzo de 2008 E:. V:.
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