Así se dice del Masón que posee el Grado de Maestro que "propone" a la Logia el nombre de un profano o impío para, después de la sindicación, ser Iniciado.
Cada logia tiene su propia regulación de cómo se hace una propuesta, que sigue una tradición; en general, el método es idéntico para todas las obediencias existentes en el país.
El acto de proponer a un profano es extremadamente cuidadoso, ya que se está proponiendo a alguien que pertenezca a un grupo ya formado y cohesionado.
No puedes proponer un amigo solo por amistad.
La propuesta debe tener las condiciones esenciales para poder unirse al grupo sin disonancia, pero puede adherirse inmediatamente a la filosofía del grupo.
Por ejemplo, una propuesta derivada de un interés profesional corporativo puede atraer a aquellos en el mismo nivel, pero desagradar a otros; por lo tanto, la propuesta no será aceptada.
La propuesta debe tener un cierto carisma que la acepte voluntariamente, con simpatía y, sobre todo, con amor.
El Proponente nunca debe olvidar que existe un riesgo en su propuesta, la de traer al grupo a alguien que luego desafine y moleste.
El Proponente debe meditar y usar su sensibilidad espiritual para proponer a alguien completamente apto para una asimilación posterior.
Cada logia tiene su propia regulación de cómo se hace una propuesta, que sigue una tradición; en general, el método es idéntico para todas las obediencias existentes en el país.
El acto de proponer a un profano es extremadamente cuidadoso, ya que se está proponiendo a alguien que pertenezca a un grupo ya formado y cohesionado.
No puedes proponer un amigo solo por amistad.
La propuesta debe tener las condiciones esenciales para poder unirse al grupo sin disonancia, pero puede adherirse inmediatamente a la filosofía del grupo.
Por ejemplo, una propuesta derivada de un interés profesional corporativo puede atraer a aquellos en el mismo nivel, pero desagradar a otros; por lo tanto, la propuesta no será aceptada.
La propuesta debe tener un cierto carisma que la acepte voluntariamente, con simpatía y, sobre todo, con amor.
El Proponente nunca debe olvidar que existe un riesgo en su propuesta, la de traer al grupo a alguien que luego desafine y moleste.
El Proponente debe meditar y usar su sensibilidad espiritual para proponer a alguien completamente apto para una asimilación posterior.
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