Lo bueno no siempre es demostrable; puede existir sin ser percibido; no todo buen gesto refleja amabilidad; el déspota que distribuye comida a los hambrientos no muestra ningún acto de bondad, sino que, en realidad, una actitud despertada por un interés que a veces es oscuro, como evitar que los hambrientos se rebelen.
La espontaneidad debe ser parte de la bondad; debe haber un impulso proveniente de la parte interna del ser que, sin ningún interés, lo hace amable.
Si, después de escuchar una palabra sobre la amabilidad, alguien impresionado practica los generosos, no tendrán ningún valor, ya que fueron causados por factores externos.
Masónicamente, es una virtud, y cada masón tiene el deber de cultivarlo para que resulte en un acto que viene desde adentro.
Ser bueno es ser tolerante.
Dijo un hombre sabio; "El daño que me haces no me hace daño; el daño que hago, esto es lo que me duele".
Ser bueno es cultivar el amor fraternal.
Es amar a tu prójimo como a ti mismo.
Todos los días, la masonería induce al masón a practicar el bien como ejercicio, buscando con espontaneidad todo el amor que existe en nosotros.
La amabilidad es un impulso inicial; los beneficios lo siguen; Todo esto debe ser cultivado celosamente.
Comentarios
Publicar un comentario