TRAZADO DE ARQUITECTURA “LA PALABRA DE PASE”
26 OCTUBRE E.´.V.´.
Hasta el cansancio nos refieren al “aliento divino”, al
poder del verbo expresado en los primeros versículos del evangelio de Juan,
donde señala “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el
Verbo era Dios” y aun mucho antes, en el Génisis se lee en el versículo
3 “Y dijo Dios: Sea la Luz: y fue la Luz”, no sin antes hacer el
comentario de que los primeros dos versículos son descriptivos de la situación
inicial, con lo que puede considerarse como primera acción de Dios, el uso de
su aliento.
¿Qué hace que el hombre tenga una lengua articulada?, biológicamente dos
son las características que le permiten, a groso modo, el uso de una lengua
articulada al hombre, en exclusividad. La primera característica es la
capacidad de pensamiento coherente, vale decir, la capacidad de generar ideas
complejas dentro de su mente y la segunda característica, es el hecho de que su
bóveda palatal no es plana como en el resto de los seres del reino animal que
producen sonidos. Lo que le da la capacidad de generar sonidos articulados,
mucho más complejos que la simple vibración de las cuerdas bucales, producto de
la expiración o del paso del aire a través de estas. Además de estas dos
características, importantes por demás; hay una tercera que no siendo
directamente implicada en el hecho biológico que da capacidad al hombre para el
manejo del lenguaje, está relacionada a esta capacidad por permitir al hombre
la sensorialización y el análisis y por tanto, la posibilidad de emitir
conceptos nuevos que enriquecen el lenguaje; esta característica morfológica es
el pulgar atrasado, que nos permite movimientos finos en las manos y por tanto
la capacidad de realizar trabajos de gran detalle.
La combinación de aliento, paladar, lengua, dientes y labios, es capaces
de generar una variedad compleja de sonidos que el hombre con su pensamiento ha
sabido organizar y ordenar, de forma tal que ha “fabricado” un “lenguaje
articulado”, o quizá le fue dado y este solo lo usa, esto último,
aunque parezca descabellado no lo es, pues no se ha podido determinar con
exactitud un origen del lenguaje,
Según Juan “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios,
y el Verbo era Dios”. Así pues, Dios y el Verbo son simultáneos,
coexisten en un caos primordial del “universo previo” a la creación, sin
considerar aquí la forma de este, pues ha podido ser un punto infinitamente
pequeño o un caldo caótico inicial. Es por ello, que el poder de la palabra es
inmenso e incluso posee una fuerza que ni siquiera el mismo hombre es capaz de
comprender, vale decir, que también en los evangelios se nos señala, en Mateo
7,7 “Pedid, y se os dará;”, esta expresión no deja lugar a
posibilidad alguna, distinta de que solo el hecho de pedir, otorga el derecho
de poseer. Basta pedir para tener, de hecho; así de poderosa es la palabra.
Pronunciar así una palabra es de hecho manar de si algo que, según la escritura
sagrada, es Dios en sí mismo y por tanto poseedora de su poder.
En el Génesis capítulo 11, versículos 1 y siguientes, se lee. “Era
entonces toda la tierra de una lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que,
como se partieron de oriente, hallaron una vega en la tierra de Shinar, y
asentaron allí. Y dijeron los unos a los otros: Vaya, hagamos ladrillo y
cozámoslo con fuego. Y fueles el ladrillo en lugar de la piedra, y el betún en
lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquemos una ciudad y una torre, cuya
cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuésemos esparcidos sobre
la faz de toda la tierra. Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que
edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno y
todos estos tienen un lenguaje: y han comenzado a obrar, y nada les retraerá
ahora de lo que han pensado hacer. Ahora pues, descendamos, y confundamos allí
sus lenguas, para que ninguno entienda el hablar de su compañero. Así los
esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de
edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí
confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre
la faz de toda la tierra.”
Aquí se hace notar, la importancia que tiene el hecho de que todos
tenían “una lengua y una misma palabra”, expresión esta que, para
el masón ya en si misma tiene gran significación. Un poco más adelante se lee “he
aquí el pueblo es uno y todos estos tienen un lenguaje: y han comenzado a
obrar, y nada les retraerá ahora de lo que han pensado hacer.” Sigue
casi de inmediato diciendo “confundamos allí sus lenguas, para que
ninguno entienda el hablar de su compañero”, para finalizar dando el
nombre de Babel al lugar, “porque allí confundió Jehová el lenguaje de
toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra”
De estas cuatro oraciones contenidas en el párrafo, se comprende que, un
lenguaje y una misma palabra hacen al pueblo uno, con el mismo lenguaje.
Poniéndolos a obrar con un fin determinado, que habiendo sido comprendido por
todos es indetenible. Tan poderosa es la fuerza del lenguaje que hasta para la
divinidad, se hace necesario confundirlo para poder detener sus fines.
La palabra y el lenguaje son una suerte de música, que tiene un emisor y
un receptor, que según se modula y se ordena transmite no solo significados, si
no también sensaciones y deseos, por ello el lenguaje es, por excelencia el
medio por el cual el hombre es capaz de establecer relación con sus congéneres,
además de ser en esencia la vía por la que se transmite el conocimiento a lo largo
del tiempo, ya sea hablada o escrita la palabra y el lenguaje en sí mismas son
un poder, al que los poderosos temen, porque ella no necesita revestirse de
imagen para lograr su objetivo. Hasta un pobre hombre en apariencia es capaz de
movilizar grupos apoyando su fuerza en la palabra, su contenido es
independiente del adorno que la secunda.
Interesante resulta el hecho de que “la palabra” en la
escritura bíblica va siempre en compañía de Jehová, lo cual es una señal del
origen divino de esta, pues solo en muy contadas ocasiones se le asigna la
palabra a Moisés, para mostrar que la palabra es, de alguna manera, una clave
entre la divinidad y algunos hombres, quizá hombres cualificados para recibirla
y servir de intérpretes o puentes hacia el resto de los hombres. Lo anterior
también deja ver que la palabra es de hecho un atributo divino dado al hombre,
desde la tradición.
M.’.M.’.
EVERARDO CERECERO MARTINEZ
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