TRAZADO DE ARQUITECTURA “LAS TRINIDADES: Padre Hijo Espíritu Santo Un solo
Dios”
La Fe declara, Nosotros creemos en Dios el Eterno Padre,
y en Su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo”. Nos unimos a otros cristianos
en esta creencia de un Padre, un Hijo y un Espíritu Santo, pero lo que creemos
en cuanto a Ellos es diferente de las creencias de los demás. No creemos en lo
que el mundo cristiano llama la doctrina de la Santísima Trinidad. En su
Primera Visión, José Smith vio a dos personajes distintos, dos seres, aclarando
de esa manera que las creencias que prevalecían en aquella época concernientes
a Dios y la Trinidad no eran verdad.
A diferencia de la creencia de que Dios es un misterio
incomprensible e incognoscible existe la verdad que la naturaleza de Dios y
nuestra relación con Él es conocible, y que es la clave de todo el resto de
nuestra doctrina. La Biblia contiene la gran Oración Intercesora de Jesús, en
la que declaró que “esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).
Sabemos que los tres miembros de la Trinidad son seres
separados y distintos, y lo sabemos por la instrucción dada por el profeta José
Smith: “El Padre tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del
hombre; así también el Hijo; pero el Espíritu Santo no tiene un cuerpo de carne
y huesos, sino es un personaje de Espíritu. De no ser así, el Espíritu Santo no
podría morar en nosotros”.
En cuanto a la posición suprema de Dios el Padre dentro
de la Trinidad, así como las funciones correspondientes que cada personaje
desempeña, el profeta José explicó:
“Toda persona que haya visto los cielos abiertos sabe que
allí hay tres Personajes que tienen las llaves de autoridad, y que uno de ellos
lo preside todo…
“… estos Personajes… se llaman Dios el primero, el
Creador; Dios el segundo, el Redentor; y Dios el tercero, el Testigo o
Testador.
“La providencia del Padre [es] presidir como el Principal
o Presidente, con Jesús como Mediador y el Espíritu Santo como Testador o
Testigo”2.
EL PLAN
Comprendemos la relación que tenemos con los miembros de
la Trinidad por medio de lo que se ha revelado en cuanto al Plan de Salvación.
Preguntas como ¿De dónde vinimos? ¿Por qué estamos aquí?
y ¿Adónde vamos? se responden en lo que las Escrituras llaman el “plan de
salvación”, el “gran plan de felicidad” o el “plan de redención” (Alma 42:5, 8, 11). El evangelio de
Jesucristo es fundamental en ese plan.
Como hijos de Dios, procreados por Él como espíritus, en
una existencia previa a la terrenal, deseábamos nuestro destino de la vida
eterna, pero habíamos progresado tanto como podíamos sin tener una experiencia
terrenal con un cuerpo físico. A fin de proveer esa oportunidad, nuestro Padre
Celestial presidió la creación de este mundo, en el que, privados de la memoria
de lo que precedió a nuestro nacimiento terrenal, pudiéramos probar nuestra
disposición de guardar Sus mandamientos y tener experiencias y crecer por medio
de los otros desafíos de la vida terrenal. Pero en el transcurso de esa
experiencia terrenal, y como resultado de la caída de nuestros primeros padres,
sufriríamos la muerte espiritual al ser separados de la presencia de Dios,
seríamos manchados por el pecado y quedaríamos sujetos a la muerte física. El
plan del Padre anticipó y proveyó maneras de vencer todas esas barreras.
LA TRINIDAD
Con conocimiento del propósito del gran plan de Dios,
consideremos las funciones correspondientes de los tres miembros de la Trinidad
en ese plan. Comenzamos con una enseñanza de la Biblia. Al final de su segunda
carta a los corintios, el apóstol Pablo hace esta referencia, casi de paso, en
cuanto a la Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: “La gracia del
Señor Jesucristo, y el amor de Dios y la comunión [“compañerismo”] del Espíritu
Santo sean con todos vosotros” (2 Corintios 13:14). Ese pasaje bíblico representa a
la Trinidad y hace referencia al motivador amor de Dios el Padre que lo define
todo, a la misericordiosa y salvadora misión de Jesucristo, y al compañerismo
del Espíritu Santo.
DIOS EL PADRE
Todo comienza con Dios el Padre. Aun cuando es
relativamente poco lo que sabemos sobre Él, lo que sabemos es decisivo para
entender Su posición suprema, nuestra relación con Él y Su función de
supervisión en el Plan de Salvación, la Creación y todo lo que le siguió.
En el sentido máximo y definitivo de la palabra, solo hay
un Dios verdadero y viviente. Él es el Padre, el Todopoderoso Elohim, el Ser
Supremo, el Creador y Gobernante del universo”. Él es el Dios y Padre de
Jesucristo, así como de todos nosotros. “La primera verdad fundamental que
Jesucristo defendió fue esta: que detrás, por encima y sobre todo se encuentra
Dios el Padre, el Señor de los cielos y la tierra”.
Lo que sabemos de la naturaleza de Dios el Padre es
mayormente lo que aprendemos del ministerio y de las enseñanzas de Su Hijo
Unigénito, Jesucristo, uno de los propósitos supremos del ministerio de Jesús fue
revelar a los mortales “cómo es Dios nuestro Padre Eterno… [y] revelarnos y
darnos a conocer la verdadera naturaleza de Su Padre, nuestro Padre Celestial”.
La Biblia contiene un testimonio apostólico de que Jesús era “la imagen misma”
de la sustancia de Su Padre (Hebreos 1:3), lo cual simplemente explica la enseñanza del mismo
Jesús de que “[el] que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9).
Dios el Padre es el Padre de nuestro espíritu; somos Sus
hijos. Nos ama, y todo lo que hace es para nuestro beneficio eterno. Es el
autor del Plan de Salvación, y es mediante Su poder que Su plan logra sus
propósitos para la gloria final de Sus hijos.
EL HIJO
Para los mortales, el miembro más visible de la Trinidad
es Jesucristo. Él es “el Primogénito entre todos los hijos de Dios: el primero
nacido en el espíritu, y el Unigénito en la carne”. El Hijo, el mayor de todos,
fue elegido por el Padre para llevar a cabo el plan del Padre, a fin de ejercer
el poder del Padre para crear incontables mundos (Moisés 1:33) y salvar a los hijos de Dios de la muerte por medio de
Su resurrección y del pecado por medio de Su expiación. A ese sacrificio
supremo acertadamente se le llama “el acto central de toda la historia de la
humanidad”.
En esas ocasiones sagradas y únicas en que Dios el Padre
ha presentado personalmente al Hijo, Él ha dicho: “Este es mi Hijo Amado; a él
oíd” (Marcos 9:7; Lucas 9:35). Por consiguiente, es Jesucristo, Jehová, el Señor Dios
de Israel, quien habla a los profetas y por medio de ellos. Es así que cuando
Jesús se apareció a los nefitas después de Su resurrección, se presentó a Sí
mismo como “el Dios de toda la tierra”.
EL ESPÍRITU SANTO
El tercer miembro de la Trinidad es el Espíritu Santo, a
quien también se le conoce como el Santo Espíritu, el Espíritu del Señor y el
Consolador. Él es el miembro de la Trinidad que es el agente de la revelación
personal. Como personaje de Espíritu, puede morar en nosotros y llevar a cabo
la función esencial de comunicador entre el Padre y el Hijo y los hijos de Dios
en la tierra. Muchos pasajes de las Escrituras enseñan que Su misión es
testificar del Padre y del Hijo (véanse Juan 15:26; 3 Nefi 28:11). El Salvador prometió
que el Consolador nos enseñará y recordará todas las cosas, y que nos guiará a
toda la verdad (véanse Juan 14:26; 16:13). De ese modo, el Espíritu Santo nos ayuda a discernir
entre la verdad y la falsedad, nos guía en nuestras decisiones más importantes,
y nos ayuda a lo largo de los desafíos de la vida terrenal. Es también el medio
a través del cual somos santificados, es decir, limpiados y purificados del
pecado.
Entonces, ¿de qué manera nos ayuda con nuestros desafíos
actuales el comprender el Plan de Salvación y esta doctrina celestial revelada
sobre la Trinidad?
Gracias a que tenemos la verdad en cuanto a la Trinidad y
nuestra relación con Ellos, en cuanto al propósito de la vida y la naturaleza
de nuestro destino eterno, contamos con el mejor mapa y seguridad para nuestra
travesía por la vida terrenal. Sabemos a quién adoramos y por qué; sabemos
quiénes somos y lo que podemos llegar a ser. Sabemos quién hace que todo ello
sea posible, y sabemos lo que debemos hacer para gozar de las bendiciones
supremas que se obtienen por medio del Plan de Salvación de Dios. ¿Cómo sabemos
todo esto? Lo sabemos por las revelaciones de Dios a Sus profetas y a cada uno
de nosotros personalmente.
M.’.M.’.
EVERARDO CERECERO MARTINEZ
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