TRAZADO DE ARQUITECTURA “PRIMER GRADO, GENERALIDADES”
01 DE FEBRERO E.´.V.´. 26 SHEVAT 5779
En este Grado, se debe aprender a distribuir el tiempo de
forma equitativa; Que el trabajo no ocupe el tiempo de la familia, que la familia
no te impida relacionarte con la sociedad en la cual convives, que las
relaciones sociales no entorpezcan el trabajo y que la Masonería no le quite
tiempo a ninguna de las anteriores obligaciones. Para ello, se debe escuchar a
nuestra voz interior, la conciencia, y fortalecerla para que nos ayude y guíe
en nuestra tarea. También hay que instruirse permanentemente, la educación
constante fortalece el espíritu, y es la mejor forma de ser útil a nuestros
semejantes y a nosotros mismos. Mejorar nuestros conocimientos auto-educándonos,
permite oír con más claridad la voz de la conciencia que guía nuestro camino en
busca de las virtudes de un masón, Prudencia, Templanza, Fuerza y Justicia. A
ellas se llega a través de la práctica de la Benevolencia y la Caridad. Y
siempre conduciéndonos con discreción y cautela, se inicia la búsqueda de los
Principios de la Moral, de la Verdad, y de la Virtud, deber primordial de todo
Aprendiz Francmasón.
La búsqueda de estos Principios nos marcan un punto de partida,
el inicio de un largo camino. Pero no debemos creer que a medida que vayamos
encontrándolos se hace el camino más corto, quizá más ameno e interesante, pero
la meta sigue estando siempre igual de lejos. Tan solo nos iremos acercando a
las diversas etapas que escalonan el camino del aprendizaje, haciéndolo más
fácil y más difícil al mismo tiempo, pues tras cada etapa deberemos prepararnos
nuevamente para partir, sin detenernos jamás, pues el camino del aprendizaje es
un ciclo sin fin. El candidato profano es un ser consciente de su oscuridad, de
su necesidad de luz, pero anda perdido, abandonado sin un guía, alejado de la
luz. Así está el arpa, cargada de música, pero arrinconada y cubierta de polvo.
Y al igual que el arpa, que sonará brillante y melodiosa en cuanto alguien la saque
de su olvido, reconfortando con su música la estancia y sus alrededores, así el
candidato profano, guiado por un hermano e introducido en Logia, debidamente
iniciado, reconfortará con su presencia a la Logia que lo recibe, que también
se enriquecerá con la aportación del nuevo hermano.
No debemos dejar llevarnos por las apariencias. Da igual
lo arrinconado, lo polvoriento y aparcado que este uno. Las circunstancias que
le han llevado allí no son importantes. Lo único que importa es sí sabremos
quitar esa capa de polvo, sí sabremos afinar de nuevo ese instrumento, porque
pese a su aspecto, sigue estando lleno de música que aportar. Solo espera
nuestra mano, la mano que le tiende la Masonería. La humildad es la clave del
aprendizaje. Sí uno no se reconoce a sí mismo como un ser imperfecto que
necesita mejorar, nunca iniciará el camino. El ego pretencioso, es uno de los
mayores enemigos que tenemos, pues tiende a considerar que solo la gloria, el
esplendor y el renombre es importante, despreciando las cosas sencillas por considerarlas
insignificantes. Algo tan sencillo como una mesa, nos recuerda que todo tiene
su lugar y su importancia. Lo más sencillo, también es merecedor de algo tan
hermoso como un poema. Porque humildad no es sinónimo de insignificante, sino
de sencillo. Ser humilde no consiste en ser ignorado o humillado, sino en
reconocer uno que en su sencillez, siendo tal cual es, ya es útil es a sus
semejantes.
M.’.M.’.
EVERARDO CERECERO MARTINEZ
Comentarios
Publicar un comentario