La condición requerida para que un candidato sea recibido como masón se limita a unas pocas palabras: "ser libre y de buenas costumbres ".
Esta frase se consagra en los rituales y crea ciertas confusiones, ya que estas condiciones de "libertad" y "moralidad" deben ser innatas en el candidato y no pueden obtenerse mediante la Iniciación.
Ya se ha dicho que todo candidato representa un "riesgo" para el grupo masónico y que el proponente debe actuar con toda prudencia y sentido común.
Lo que se olvida es que, una vez que el candidato supera las pruebas de iniciación, deja de ser candidato para convertirse en Neófito, Receptor y Hermano.
Sin embargo, las condiciones virtuosas iniciales deben ser duraderas y, así, el Masón será siempre libre y de buenas costumbres, que es el mínimo requerido para una ciudadanía social y masónica.
El análisis del candidato, para determinar si está libre, comprende una serie de encuestas; no se trata de la libertad de ir y venir, sino de “libertad de pensamiento”, independencia, libre de compromisos, alguien en quien confiar y recibir dentro de la familia.
Es el novio quien debe presentar en el compromiso las garantías para la felicidad perenne de la novia.
El masón, durante el resto de su experiencia masónica, debe permanecer libre y de buenas costumbres.
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