Es una virtud del comportamiento. El prudente predice lo que le pasará si no está alerta. Esta virtud puede considerarse como una acción de “autodefensa”, porque la prudencia es un atributo de la defensa.
Predecir un evento no significa premonición.
Quien inicia un viaje en coche, si antes de arrancar no se da cuenta de cómo va el combustible, inevitablemente se quedará sin motor, y de nada servirá imprecar contra alguien, porque el único responsable fue el que no fue prudente.
Hoy en día, con tanta confusión social y familiar, en este mundo tan complicado, quien no sea prudente, pronto sucumbirá.
La prudencia es necesaria en todas las circunstancias y forma parte de un conjunto de requisitos, como la previsión, el conocimiento, la investigación, etc.
La parábola de las vírgenes imprudentes ha sido la advertencia clásica para todos; Por tanto, durante dos mil años la humanidad ha seguido el consejo del divino Maestro.
El imprudente perderá la oportunidad que espera.
La masonería cultiva virtudes, y en el haz amplio está la prudencia, que es sinónimo de precaución, alerta, vigilia y todo lo demás.
El Masón Prudente guarda los secretos de la institución y así evitará la profanación. La prudencia no “apoya” solo a la primera persona, sino que protege a todo el grupo.
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