Es la predicción del futuro; los oráculos antiguos estaban presididos por las pitonisas que predecían el futuro, es decir, lo que sucedería en un período limitado.
Las profecías bíblicas se refieren a un futuro distante y aleatorio.
El estudio de estas profecías ha dado lugar a interpretaciones contradictorias, porque a lo largo de los siglos, una profecía puede haberse cumplido.
Las mayores profecías se refieren al “fin de los tiempos”, sin embargo, recibidas con reserva porque el ser humano, siendo espiritualmente eterno, pospone ese fin. Nostradamus apareció hace dos siglos y todavía hoy se discute y estudia mucho.
La futurología sigue siendo un misterio, entre coincidencias y hechos predecibles.
El estudio de las profecías contenidas en las Sagradas Escrituras, especialmente las del Nuevo Testamento, a menudo conduce, a través de fanáticos religiosos, a desastres sociales.
La profecía permanece; está escrito y al alcance de todos, pero su interpretación no merece, especialmente hoy, credibilidad.
El masón debe ser consciente de que su futuro está escrito para el beneficio y no para el sufrimiento; nada que temer porque el futuro pertenece a Dios.
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