La oración es el contacto entre la criatura y el Creador.
Por la omnisciencia de Dios, obviamente, el Creador está constantemente en contacto con la criatura.
Si cada uno de nosotros fuera consciente de este contacto permanente, la oración sería innecesaria.
Sin embargo, nos damos cuenta de esto solo cuando la necesidad llama a nuestra puerta y luego, desesperadamente, rogamos la presencia de Dios.
Consciente de esta debilidad humana, el Creador previó la actitud de la criatura y luego se deleita en escucharla suplicar.
La mente humana, debido a su potencial misterioso y desconocido, puede "llegar" perfectamente a donde está Dios.
No importa que haya creatividad e imaginación; de hecho, todos, de vez en cuando, nos ponemos ante Dios y le pedimos lo que queremos.
El pedido no tiene límite; puede ser vanidoso, egoísta y absolutamente inapropiado; sin embargo, el hecho de suplicar ya alivia a la persona; la respuesta me viene a la mente al instante, con la misma velocidad con la que se fue.
Dado que no es una religión, la masonería no se ocupa de estos misterios; sin embargo, el francmasón, como criatura humana, resiente esta ayuda.
La oración hecha en un templo, en silencio y aisladamente, tiene el mismo efecto que la que se hace en alguna iglesia.
Comentarios
Publicar un comentario