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AÑO NUEVO

Como es sabido, no todo el mundo celebrará el año nuevo este 1 de enero. Si bien esa fecha es de
festejos y buenos deseos para los pueblos cuya fe es cristiana (América, casi toda Europa y algunos países del resto del planeta), culturas como la china, la hebrea o la musulmana tienen fechas diferentes para celebrar el inicio de un nuevo ciclo de 12 meses, e incluso viven en años diferentes.

Ordenando un poco el tema en función a las culturas, conviene comprender: ¿Cómo nació el 1 de enero como la fecha de Año Nuevo en occidente? Fue en Roma, alrededor del año 47 antes de nuestra era, cuando por primera vez se estableció el día 1 de enero como el inicio del año en el nuevo calendario modificado por Julio César (calendario juliano).

Antes de esta fecha, los romanos celebraban el año nuevo en el mes de marzo, siguiendo la tradición impuesta desde el reinado de Numa Pompilio, el segundo rey de Roma. Sin embargo, fue con calendario juliano cuando se estableció que los años tendrían 365 días y estarían ajustados por años bisiestos.

Las reformas posteriores realizadas por el papa Gregorio XIII respetaron la designación del 1 de enero como el primer día del año. Así, desde 1582, esta fecha quedó consagrada en el calendario gregoriano (que sustituyó al juliano) que hoy en día sigue usando la gran mayoría de los países cristianos (las últimas naciones en adoptarlo fueron Rumania y Rusia en 1918).

En el caso de las otras culturas del mundo, el año nuevo chino comienza entre enero y febrero con la primera luna nueva de Acuario; el Rosh Hashaná (cabeza de año) judío empieza en el mes de Tishri del calendario hebreo, que equivale a septiembre u octubre del gregoriano. El año nuevo musulmán empieza en el mes de Muharram que, como obedece a un calendario lunar, puede caer en cualquier mes gregoriano.

Los hebreos establecieron el año nuevo a partir de la supuesta fecha del nacimiento de Adán y de la creación del mundo. La era musulmana comienza con la huida (hégira) de su profeta Mahoma, de La Meca a la ciudad de Medina, el 16 de julio del año 622 de la era cristiana.

En culturas como la china, hebrea o musulmana, el año nuevo está vinculado con el ritmo de la luna (el calendario gregoriano es solar), y por ello la fecha para celebrarlo depende de las transformaciones asociadas a la cara siempre cambiante de este astro. Los chinos festejan el año nuevo en la segunda luna nueva posterior al solsticio de verano (hemisferio sur), entre los meses de enero y febrero. Los judíos, por su parte, lo hacen en los primeros días del mes de Tishri (entre septiembre y octubre del calendario gregoriano) que coinciden con la primera luna nueva de otoño.

En China cada año está representado por un animal. La leyenda dice que Buda, antes de partir de la Tierra, convocó a todos los animales pero sólo se presentaron los siguientes doce: rata, vaca, tigre, conejo, dragón, serpiente, caballo, carnero, mono, gallo, perro y cerdo. Buda los recompensó usando sus nombres para denominar a los años según el orden en que fueron llegando. Los chinos creen que el animal que gobierna el año en el que una persona nace tiene una profunda influencia sobre su personalidad.

Los musulmanes dividen el año en 12 meses, que tienen 29 o 30 días alternativamente. Los meses se organizan en años de 354 días, si bien existen años bisiestos de 355. El calendario musulmán se inicia el 16 de julio del año 622 de nuestra era, cuando Mahoma se trasladó forzosamente a Medina huyendo de sus enemigos. Este día se considera el primero de la hégira; es decir, de la huida, y de esta fecha parte la cuenta de los años.

En el caso de los babilonios y muchos otros pueblos agricultores, relacionaban el comienzo de un nuevo año con el equinoccio de primavera; es decir, con los movimientos de la Tierra alrededor del Sol que señalaban la sucesión de las distintas estaciones y los momentos propicios para la siembra y la cosecha. De ese modo, las tradiciones de cada pueblo influenciaron para determinar el modo en que contarían las jornadas de su historia, que ya suma miles de años.

Astronómicamente, el año comienza el 21 marzo con el equinoccio de Primavera (hemisferio norte), estación en la que la vida renace y los frutos se multiplican; o si se prefiere, en lenguaje astrológico, cuando el Sol alcanza el cero grado del signo de Aries, primero del zodíaco. Nosotros los masones, festejamos el año nuevo en esta época.

¿Por qué entonces festejarlo el 1 de enero? Como Jesús era judío y esta tradición impone la circuncisión al octavo día de nacer, el año nuevo que se celebra en esta fecha recuerda el supuesto día de la circuncisión del Mesías, hecho nacer simbólicamente en 25 de diciembre, para borrar los mitos paganos de reverencia al Sol Invicto y al dios Mitra.

Al problema del día de comienzo del año se agrega el de tratar de dilucidar qué año es el que se festejará este 1 de enero. ¿El 2020?

Ocurre que esta edad de la era cristiana es tan poco fidedigna como la del año que los judíos calculan desde Adán, el primer hombre, puesto que, según ciertas investigaciones, Jesús nació siete años antes de su propia era y hace 500.000 años que el homo sapiens habita el mundo.

Sucedió que en el año 525 el monje Dionisio el Exiguo, que se impuso tratar de fijar el comienzo de la era cristiana, se enredó con los Evangelios y contra lo que estos dicen, calculó que Jesús había nacido cuatro años después de morir Herodes. Pero a todo esto, Herodes fue quien produjo la matanza de inocentes buscando degollar a Jesús. ¿Desde cuándo los muertos pueden degollar a los vivos?

Dionisio también olvidó que los romanos no conocían el cero, y por no contemplarlo produjo un salto olímpico entre dos eras: pasó del año 1 ANE al 1 DNE. Entre una cosa y otra, su error fue de entre 5 y 7 años.

Luego, el astrónomo Juan Kepler estableció que la aparición de la estrella de Belén, que anunció la llegada del mesías, sucedió en el año 7 ANE; y recientemente, varios científicos precisaron que ocurrió entre el 14 y el 15 de septiembre de ese año.

¿Será el año chino el verdadero? ¿Acaso el maya? ¿Quizás el egipcio, el caldeo, el celta, el persa? ¿El de los pueblos originarios? ¿El del Big Bang? ¿El de astrónomos y astrólogos? Sin importar las culturas y los periodos de festejo de un año nuevo, aprovecho la ocasión para desearles lo mejor.

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