En la vida todo viene expresado en sonidos; En la Logia, además del fondo musical, se presentan los sonidos de la palabra, los timbres, campanillas y la respiración.
La Respiración es una pregunta vital, constante y casi imperceptible.
El de la Palabra es el más armónico; el de los timbres, el sonido se normaliza dentro de los rituales.
El sonido que emerge de la palabra caracteriza a cada masón, que se expresa con mayor o menor intensidad, pero que produce sonidos apropiados para sus personalidades; La palabra es fácilmente identificable.
Los sonidos armoniosos de un discurso producido técnica y anímicamente alcanzan la meta y son capturados con interés y amor.
Por lo tanto, cuando hablamos, dentro o fuera de la Logia, le damos dulzura, firmeza y, sobre todo, armonía.
El sonido golpea el objetivo y, por un fenómeno físico, regresa y vuelve a su creador; retroalimentado con buena voluntad, satisfacción y positivismo.
No desperdiciemos nuestras palabras; debemos decirlos con buena intención, porque si son difíciles, su regreso también será muy difícil.
La palabra es un don divino; no hablemos en vano, egoísta y vanamente, sea nuestro Sí, sí; y nuestro No, no.
La Respiración es una pregunta vital, constante y casi imperceptible.
El de la Palabra es el más armónico; el de los timbres, el sonido se normaliza dentro de los rituales.
El sonido que emerge de la palabra caracteriza a cada masón, que se expresa con mayor o menor intensidad, pero que produce sonidos apropiados para sus personalidades; La palabra es fácilmente identificable.
Los sonidos armoniosos de un discurso producido técnica y anímicamente alcanzan la meta y son capturados con interés y amor.
Por lo tanto, cuando hablamos, dentro o fuera de la Logia, le damos dulzura, firmeza y, sobre todo, armonía.
El sonido golpea el objetivo y, por un fenómeno físico, regresa y vuelve a su creador; retroalimentado con buena voluntad, satisfacción y positivismo.
No desperdiciemos nuestras palabras; debemos decirlos con buena intención, porque si son difíciles, su regreso también será muy difícil.
La palabra es un don divino; no hablemos en vano, egoísta y vanamente, sea nuestro Sí, sí; y nuestro No, no.
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