Es la sumisión a la voluntad de otro; es una palabra de origen latino;
La obediencia y la voluntad son hermanas, es decir, siempre van juntas.
La doctrina cristiana tiene su fundamento en la obediencia a la voluntad de Dios, abdicando al cristiano de lo que se le sugiere como sus decisiones, el fruto de un libre albedrío mal entendido.
Todos nosotros estamos sujetos en cualquier campo a la obediencia; obedecen las leyes de los hombres, la naturaleza y la deidad; obedece las exigencias del estómago, el instinto, la voluptuosidad, etc.
La dependencia psíquica y física de cualquier narcótico, tóxico o drogas (tabaco) da como resultado una obediencia ciega e inaccesible a la adicción.
Por lo tanto, tenemos que considerar dos aspectos: la obediencia a lo sublime y la obediencia jerárquica, es decir, a los líderes masónicos.
La sublimidad de la obediencia consiste en obedecer espontáneamente, sin sumisión vergonzosa, sino por Hermandad y amor.
El que ama al Gran Arquitecto obedece su voluntad, sin que eso sea una disminución.
El primer deber del francmasón es obedecer las órdenes de su Maestro; esta obediencia no es irracional sino consonante con la razón; obedecer el consejo y la orientación no disminuye; Es un acto de inteligencia.
La obediencia y la voluntad son hermanas, es decir, siempre van juntas.
La doctrina cristiana tiene su fundamento en la obediencia a la voluntad de Dios, abdicando al cristiano de lo que se le sugiere como sus decisiones, el fruto de un libre albedrío mal entendido.
Todos nosotros estamos sujetos en cualquier campo a la obediencia; obedecen las leyes de los hombres, la naturaleza y la deidad; obedece las exigencias del estómago, el instinto, la voluptuosidad, etc.
La dependencia psíquica y física de cualquier narcótico, tóxico o drogas (tabaco) da como resultado una obediencia ciega e inaccesible a la adicción.
Por lo tanto, tenemos que considerar dos aspectos: la obediencia a lo sublime y la obediencia jerárquica, es decir, a los líderes masónicos.
La sublimidad de la obediencia consiste en obedecer espontáneamente, sin sumisión vergonzosa, sino por Hermandad y amor.
El que ama al Gran Arquitecto obedece su voluntad, sin que eso sea una disminución.
El primer deber del francmasón es obedecer las órdenes de su Maestro; esta obediencia no es irracional sino consonante con la razón; obedecer el consejo y la orientación no disminuye; Es un acto de inteligencia.
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