Los trabajos masónicos terminan de manera ritualista;
El comienzo del trabajo requiere actos litúrgicos precisos, ya que entrar al templo es un acto relevante; la retirada constituye el regreso del "hombre místico" a la vida ordinaria y profana.
El cierre se realiza con gran respeto, los masones se retiran en silencio, manteniendo implementos y delantales.
En algunos altos grados filosóficos, los trabajos no terminan, sino que se suspenden, ya que la "actividad" masónica es permanente, constituyendo vivir una actitud masónica y estar en el templo, un acto de devoción.
El francmasón, al salir del templo, lleva consigo los beneficios que obtuvo durante la sesión, considerando sus baterías "recargadas", listo para enfrentar las dificultades que impone el mundo profano.
La mente del francmasón siempre debe permanecer activa y constantemente considerarse un templo; el pensamiento debe permanecer con los Hermanos y el conjunto de masones para luchar en la sociedad para perfeccionarlo.
Cada sesión constituye una nueva apertura de conocimiento, y estos se convierten en un patrimonio permanente, sólido e indestructible.
Todos debemos ser conscientes de que el cierre de la obra implica abandonar un templo y no un lugar de reunión común; la santidad de un templo nos acompañará, y por esta razón, seremos los "iluminados".
El comienzo del trabajo requiere actos litúrgicos precisos, ya que entrar al templo es un acto relevante; la retirada constituye el regreso del "hombre místico" a la vida ordinaria y profana.
El cierre se realiza con gran respeto, los masones se retiran en silencio, manteniendo implementos y delantales.
En algunos altos grados filosóficos, los trabajos no terminan, sino que se suspenden, ya que la "actividad" masónica es permanente, constituyendo vivir una actitud masónica y estar en el templo, un acto de devoción.
El francmasón, al salir del templo, lleva consigo los beneficios que obtuvo durante la sesión, considerando sus baterías "recargadas", listo para enfrentar las dificultades que impone el mundo profano.
La mente del francmasón siempre debe permanecer activa y constantemente considerarse un templo; el pensamiento debe permanecer con los Hermanos y el conjunto de masones para luchar en la sociedad para perfeccionarlo.
Cada sesión constituye una nueva apertura de conocimiento, y estos se convierten en un patrimonio permanente, sólido e indestructible.
Todos debemos ser conscientes de que el cierre de la obra implica abandonar un templo y no un lugar de reunión común; la santidad de un templo nos acompañará, y por esta razón, seremos los "iluminados".
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