El diablo es un misterioso "ser"; El fanatismo impone la creencia de que es un ser palpable, un enemigo de Dios.
Sin embargo, significa: calumniador y oponente, sembrador de discordia.
Encontramos, en rico detalle, esta figura mítica en las Sagradas Escrituras con diferentes nombres, a saber: Satanás, Belial, Demonio, Belcebú, Lucifer, Leviatán, príncipe del Abismo y de la oscuridad.
El diablo sería el genio malvado, el desobediente, el tentador, el que siembra la duda.
Masónicamente no existe.
En realidad, el diablo es creación humana y se manifiesta a través de los pensamientos que dan lugar a actos dañinos.
No hay necesidad de malicia con ellos; es suficiente dejar de ejercer la caridad, amar al prójimo, apoyar al hermano, para que esta parte negativa pueda estallar y causar el mal.
El incumplimiento de un deber constituirá, sin duda, una acción diabólica.
La parte humana del ser es propensa a la práctica del mal, la frialdad y el egoísmo; la parte divina, sin embargo, debe sofocar ese instinto que tanto nos perjudica a nosotros y a los demás.
El masón cree en el Gran Arquitecto del Universo, que construye lo que es perfecto, justo y bueno; por lo tanto, en tu corazón no hay lugar para el mal.
Sin embargo, significa: calumniador y oponente, sembrador de discordia.
Encontramos, en rico detalle, esta figura mítica en las Sagradas Escrituras con diferentes nombres, a saber: Satanás, Belial, Demonio, Belcebú, Lucifer, Leviatán, príncipe del Abismo y de la oscuridad.
El diablo sería el genio malvado, el desobediente, el tentador, el que siembra la duda.
Masónicamente no existe.
En realidad, el diablo es creación humana y se manifiesta a través de los pensamientos que dan lugar a actos dañinos.
No hay necesidad de malicia con ellos; es suficiente dejar de ejercer la caridad, amar al prójimo, apoyar al hermano, para que esta parte negativa pueda estallar y causar el mal.
El incumplimiento de un deber constituirá, sin duda, una acción diabólica.
La parte humana del ser es propensa a la práctica del mal, la frialdad y el egoísmo; la parte divina, sin embargo, debe sofocar ese instinto que tanto nos perjudica a nosotros y a los demás.
El masón cree en el Gran Arquitecto del Universo, que construye lo que es perfecto, justo y bueno; por lo tanto, en tu corazón no hay lugar para el mal.
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