Existen varios conceptos de humildad, por ejemplo: Immanuel Kant afirma que “la humildad es la virtud central de la vida ya que brinda una perspectiva apropiada de la moral”; Para Friedrich Nietzsche, la humildad “es una falsa de virtud que esconde las decepciones que una persona esconde en su interior”; por otro lado, las religiones suelen asociar la humildad al “reconocimiento de la Superioridad Divina y el sometimiento a las autoridades religiosas como vicarias de Dios sobre la tierra”.
El Masón cree en Dios y respeta la libertad religiosa de toda persona. Para el Masón, la humildad no tiene ninguna connotación con el sometimiento, mansedumbre o debilidad, sino que la asocia con la fuerza de voluntad para callar al ego y volverse receptivo a las palabras de su ser interior.
El cuerpo físico es sumamente importante, pero no deja de ser un vehículo de expresión del verdadero ser, “El Pensador” que muchas veces se pierde en el bosque de las fantasías e importancias banales del ego y sus exigencias.
El ego es el “guardián del umbral”, “El terrible” y el que le dificulta avanzar hacia la luz que le permitirá reencontrarse con su verdadera identidad.
La humildad es un requisito para alcanzar el silencio sobre el cual se sostendrán las palabras del Maestro Interior al explicar el verdadero significado del símbolo y la alegoría del ritual, porque el verdadero secreto de la sabiduría Masónica no descansa precisamente en palabras ni está al alcance de todos.
¡Hay! de aquellos ingenuos, ilusos y prepotentes que ingresan a la orden embriagados de soberbia vana y poder económico o de otro tipo, en busca de grados y diplomas que les revelen en corto plazo los secretos de la Masonería porque sólo encontrarán rituales exentos de vida, fríos y estériles, castrados de todo poder de convocación y revelación, palabras huecas y sin valor… Porque la revelación del secreto, repito, no está en las palabras ni actos exentos de sentimiento, emotividad y conocimiento.
El Maestro Secreto que mora en el interior de vosotros, solo revelará el misterio del conocimiento Masónico al que con corazón y mente limpios de la escoria de su naturaleza inferior, toque a las puertas de su templo y sean sinceros en su deseo de aprender para servir a la Humanidad y gloria de Dios.
El Masón cree en Dios y respeta la libertad religiosa de toda persona. Para el Masón, la humildad no tiene ninguna connotación con el sometimiento, mansedumbre o debilidad, sino que la asocia con la fuerza de voluntad para callar al ego y volverse receptivo a las palabras de su ser interior.
El cuerpo físico es sumamente importante, pero no deja de ser un vehículo de expresión del verdadero ser, “El Pensador” que muchas veces se pierde en el bosque de las fantasías e importancias banales del ego y sus exigencias.
El ego es el “guardián del umbral”, “El terrible” y el que le dificulta avanzar hacia la luz que le permitirá reencontrarse con su verdadera identidad.
La humildad es un requisito para alcanzar el silencio sobre el cual se sostendrán las palabras del Maestro Interior al explicar el verdadero significado del símbolo y la alegoría del ritual, porque el verdadero secreto de la sabiduría Masónica no descansa precisamente en palabras ni está al alcance de todos.
¡Hay! de aquellos ingenuos, ilusos y prepotentes que ingresan a la orden embriagados de soberbia vana y poder económico o de otro tipo, en busca de grados y diplomas que les revelen en corto plazo los secretos de la Masonería porque sólo encontrarán rituales exentos de vida, fríos y estériles, castrados de todo poder de convocación y revelación, palabras huecas y sin valor… Porque la revelación del secreto, repito, no está en las palabras ni actos exentos de sentimiento, emotividad y conocimiento.
El Maestro Secreto que mora en el interior de vosotros, solo revelará el misterio del conocimiento Masónico al que con corazón y mente limpios de la escoria de su naturaleza inferior, toque a las puertas de su templo y sean sinceros en su deseo de aprender para servir a la Humanidad y gloria de Dios.
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