La tolerancia es uno de los principios fundamentales de la masonería, solo en casos extremos y por razones relevantes que no pueden ser excusadas de inmediato, la Logia aplica una moción de censura.
La forma de este castigo depende de lo que la Logia establezca en sus reglamentos internos.
En general, sin embargo, se le pide al Mason incumplidor que "aclare su caso" entre columnas; luego, es invitado a abandonar el templo y, por escrutinio, la Logia decide, por mayoría, censurar o no al moroso; readmitido, se le comunica la censura, que recibe con humildad.
El Venerable Maestro, sin embargo, después de la censura, puede "amnistiar" al moroso, determinando que el hecho no se registra en las actas.
En el proceso, destacamos el comportamiento del hermano que se considera culpable, que humildemente se coloca en el medio de la entrada para justificarse después de escuchar la acusación.
Habiendo recibido la censura, el masón la aceptó, siempre con humildad, dando una lección de política grupal, sometiéndose a la decisión de la mayoría.
A su vez, el Venerable Maestro, espontáneamente o en respuesta a una solicitud de un hermano presente, puede probar la virtud de la tolerancia y cancelar la censura.
Aunque el hecho fue anulado, el moroso y los presentes, que aplauden la decisión como una muestra de afecto fraternal, aún permanecen en silencio.
La forma de este castigo depende de lo que la Logia establezca en sus reglamentos internos.
En general, sin embargo, se le pide al Mason incumplidor que "aclare su caso" entre columnas; luego, es invitado a abandonar el templo y, por escrutinio, la Logia decide, por mayoría, censurar o no al moroso; readmitido, se le comunica la censura, que recibe con humildad.
El Venerable Maestro, sin embargo, después de la censura, puede "amnistiar" al moroso, determinando que el hecho no se registra en las actas.
En el proceso, destacamos el comportamiento del hermano que se considera culpable, que humildemente se coloca en el medio de la entrada para justificarse después de escuchar la acusación.
Habiendo recibido la censura, el masón la aceptó, siempre con humildad, dando una lección de política grupal, sometiéndose a la decisión de la mayoría.
A su vez, el Venerable Maestro, espontáneamente o en respuesta a una solicitud de un hermano presente, puede probar la virtud de la tolerancia y cancelar la censura.
Aunque el hecho fue anulado, el moroso y los presentes, que aplauden la decisión como una muestra de afecto fraternal, aún permanecen en silencio.
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