En el año 1782, los máximos símbolos que debían colocarse en el Altar se establecieron en la masonería inglesa, que pasó a llamarse “Paramentos”; el Libro Sagrado, la Escuadra y el Compás, los llamados Grandes Luces de la Logia.
El Libro Sagrado, también llamado Libro de la Ley, representa el Código Sagrado y Moral que se debe seguir y respetar.
La escuadra y el compás unidos simbolizan la medida justa que guía todas las acciones de los masones, representando la Justicia y la Rectitud.
El Libro Sagrado está dedicado a Dios; el cuadrado al Venerable Maestro y el Compás a la Fraternidad.
La Biblia representa la sabiduría de Salomón; la plaza de la amistad del rey de Tiro, Hiram; y la brújula, la habilidad de Hiram Abiff.
No se permiten otros símbolos en el Altar; el Libro Sagrado, la escuadra y el compás, en un momento determinado de la Liturgia, se “fusionan” en un solo símbolo, es decir, la Rectitud y la Justicia obtenidas a través de la Palabra.
El Altar es la parte espiritual de la Logia; de él surge el Egregore, que es el cuerpo místico de la Logia, un “ser” diáfano, etéreo, formado por las mentes de todos los presentes.
El masón, con motivo de la apertura del Libro Sagrado, debe permanecer en meditación para aprovechar el poder de la lectura.
A través del órgano auditivo, la lectura entra y llega al Templo Espiritual.
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